Thursday, January 22, 2009

Detergente para trastes

El otro día compre una botella nueva de detergente para platos y fue una experiencia algo extraña, que fue como abrir una puerta a mi pasado. ¿Por qué? Pues como tal vez sabrán hay olores que te recuerdan un lugar, un momento, una persona que tienes guardado en tu memoria y solo regresa con ese olor.

Así que me puse a pensar a que me recordaba este olor del detergente. Que época de mi vida, y luego me di cuenta lavar platos y trastes siempre ha sido parte de mi vida así como un perfume. Como el perfume de Carolina Herrera que me recuerda a mi abuelita Juanita, el Tresór que me recuerda a mi prima Michele, el Cartier a mi madre etc.

Pues pensando en el pasado puedo pensar en 4 marcas de detergente que por alguna u otra razón me traen recuerdos buenos y del pasado.

Este detergente me recuerda a México y la temporada que viví con mi tío Carlos y mi tía Chela y mis primas. Un tiempo, muy especial porque me ofrecieron su hogar, su compasión, su paciencia y su amor en momentos de mi vida cuando erraba en las decisiones que tomaba. Es un recuerdo lavar trastes en la cocina, de sentir mi amistad con mis primas crecer y sentir siempre su constante cariño, sus consejos y su apoyo a pesar de lo mal que me portaba.

Este detergente me recuerda a uno de mis primeros trabajos en un hotel de Park City. Cuando tenía que estar de 'Housekeeping'. De cómo tenía que levantarme temprano y esperar un camión de Provo que llevaba muchos estudiantes que trabajaban en muchos lugares muy bonitos y yo la única de limpieza. Como teníamos que limpiar 15 cuartos al día, que la verdad no me gustaba pero me pagaban bien. Me acuerdo de las propinas que pocos huéspedes dejaban pero que me servían para que ocasionalmente me pudiera comprar un pan muy rico de una tienda bien 'nice'. Como, un día andaba el rumor entre todos los de housekeeping que Paulina Rubio estaba hospedada en el hotel y que como era muy sangrona.



El 'Joy' me hizo recordar de mi segundo trabajo de 'Housekeeping'. En un hotel muy fino de Deer Valley, teníamos uniformes de sirvientas con delantal y toda la cosa, teníamos que usar MEDIAS y siempre estar bien arregladas. Los cuartos eran imponentes y totalmente lujosos, baños, cocinas, muebles de primera. Ahí si nos dejaban propinas muy buenas pero la supervisora siempre se las robaba. En este lugar tenía que limpiar mis cuartos sola y la verdad me era bien difícil porque no tenía tanta experiencia como las otras señoras. A la hora del lunch nos daban la comida que había quedado de algún banquete pero la mayoría de las mis compañeras no lo comían, yo sí, pues era mas fácil que andar cargando almuerzo. Ahí aprendí a ser paciente, y no dejarme influenciar por los chismes de mis compañeras, y también aprendí a ahorrar un poco de dinero y no temer en pedir ayuda cuando se necesita.

Y este ultimo que me recuerda nuestros años en Lincoln mientras Carl iba a la escuela de Leyes, cuando se iba casi todo el día, me recuerda los días de exámenes finales, el nacimiento de Joseph y la vida que vivimos en circunstancias duras como madre porque me sentía sola pero que ahora nos da la bendición de tener a Carl más tiempo con nosotros. Así, que aunque parezca un poco tonto o absurdo este relato me sorprendo de la habilidad de nuestra mente y nuestro cuerpo de conectarte a lo bueno de un recuerdo. Ya sea por un olor, una imagen, un sabor o un sonido.